Comentario
Con la victoria sobre los magos en el año 521 a.C., se restaura un nuevo imperio que cuenta con el apoyo solidario de la nobleza, perfectamente integrada en un sistema concentrado en el poder del rey. Las inscripciones de Behistún, que conmemoran sus victorias, ponen también de relieve la estrecha vinculación con el poder del dios Ahura-Mazda, vencedor del mal, creador de la unidad, protector del nuevo rey. Paralelamente, en el imperio se lleva a cabo un nuevo esfuerzo administrativo que se traduce en un reforzamiento del sistema tributario fundamentado, no sólo en la fuerza de las armas, sino en la racionalización del sistema circulatorio, tanto para las mercancías, a través de las redes de caminos, como del nuevo sistema monetario, basado en el oro, instrumento eficaz para una circulación fundamentalmente vertical, entre los contribuyentes y el poder.
Sin embargo, los controles territoriales se traslucen también en una política expansiva, dirigida a consolidar las posiciones del Egeo y a controlar, al norte, a los escitas, junto con otras campañas en las fronteras egipcias del sur y en la India, que no afectan a las relaciones con los griegos de modo directo. La campaña contra los escitas situados al norte del Danubio es objeto de la atención del libro IV de la "Historia" de Heródoto. Las especiales características de este pueblo pusieron de relieve las dificultades con que podía encontrarse un gran imperio, basado en el reclutamiento y en el tributo, en el momento de su máxima consolidación, para controlar poblaciones lejanas, estructuradas socialmente de manera tribal, incapaz de hacer frente a un ejército con disciplina y orden. Los escitas se escabullían y se presentaban de manera inesperada, de tal manera que Darío tuvo que renunciar al control de sus territorios.